Los nuevos límites de déficit y deuda pública
obligarán al Gobierno a presentar a la UE un plan de ajustes en septiembre que
limita su margen para ampliar el techo de gasto, exige más ingresos y amenaza
con retrasar el Presupuesto.
3
de mayo Expansión
Descartada la renuncia voluntaria del presidente,
que ha pasado cinco días reflexionando sobre ella, el hito que marcará el
futuro de la legislatura y la continuidad de Pedro Sánchez al frente del
Gobierno será su capacidad para sacar adelante los Presupuestos Generales de
2025. Dada la minoría parlamentaria del Ejecutivo de coalición, su aprobación
pasará por contentar a los socios de investidura con un proyecto presupuestario
en el que, sin embargo, Hacienda ha perdido margen de actuación con la entrada
en vigor de las nuevas reglas fiscales esta semana. Los renovados límites de
déficit y deuda ya han llevado al Gobierno a prometer un alza de la presión
fiscal para 2025, mientras que limitarán su capacidad de ampliar el techo de
gasto y le obligarán a presentar un plan de ajustes en septiembre que amenaza
con retrasar el proyecto presupuestario.
El actual Gobierno arrancó la legislatura
anunciando que impulsaría un proyecto presupuestario extemporáneo para 2024 que incrementaría el límite de gasto no
financiero hasta los 199.120 millones de euros, lo que excluyendo los fondos
europeos arrojaba un aumento de recursos nacionales del 9,3%, hasta los 189.215
millones. La convocatoria anticipada de elecciones catalanas, para el próximo
12 de mayo, llevó al Ejecutivo a abortar sus planes y reservarse ya para el
proyecto presupuestario de 2025. Un horizonte para el que la llegada de las
nuevas reglas fiscales complicará retomar aquel alza de gasto de 16.000
millones.
El nuevo marco de gobernanza europeo ha sido
forjado bajo la presión contrapuesta de los países que priorizan la ortodoxia
presupuestaria y los que priman preservar el crecimiento económico y las
inversiones estratégicas. Como resultado, las nuevas reglas fiscales
mantienen los tradicionales límites de déficit, en el 3% del PIB, y deuda,
en el 60%, recogidos en los tratados comunitarios, pero permiten a los países
abordar sendas de consolidación personalizadas. Quienes se sitúen por encima de
los umbrales permitidos tienen hasta el 20 de septiembre de este año para
presentar un plan de ajustes plurianual, a cuatro años, ampliables a siete si
incluye reformas estructurales, que garantice una senda descendente de la deuda
a 10 años vista desde su conclusión. Los países contarán con una trayectoria de
referencia fijada por la Comisión Europea sobre sus límites de gasto. A partir
de ahí, Alemania logró incluir salvaguardas de ajuste común que fija que los
países con un exceso de déficit deban tomar medidas para reducir su umbral al
1,5%, y exigen un ajuste de un punto anual de deuda cuando esta supere el 90% o
de medio punto si se sitúa entre el 60% y dicho umbral.
En el caso de España (hoy en el 3,6% de déficit y
107,7% de deuda), la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef)
calcula que el plan a presentar en septiembre deberá garantizar un ajuste de
0,63 puntos de PIB anuales durante el periodo 2025 a 2028 (2,52 puntos en
total) o, si como es de esperar se aprovecha el margen para acometerlo en
sietes años, de 0,43 puntos anuales entre 2025 y 2031 (3,01 puntos acumulados).
El Banco de España estima que el ajuste a siete años será de medio punto de PIB
anual. Como resultado, los cálculos indican que el Gobierno deberá proponer
medidas de rebaja del gasto e incremento de los ingresos por valor de entre
6.000 y 9.000 millones anuales.
Así, aunque en condiciones normales el Ministerio
de Hacienda debería poner en marcha la máquina presupuestaria en julio
impulsando el techo de gasto para el próximo año y la senda fiscal, los planes
del Ejecutivo corren el riesgo de convertirse en papel mojado frente a la hoja
de ruta plurianual a pactar con la Unión Europea en septiembre, lo que podría
retrasar el diseño definitivo del proyecto presupuestario hasta tener atado el
plan de ajustes definitivo.
Reforma fiscal pendiente
Las nuevas reglas fiscales comunitarias entraron
en vigor el pasado martes tras su publicación en el Diario Oficial de la Unión
Europea, justo a tiempo de ahorrar a los Estados miembros tener que remitir el
tradicional Programa de Estabilidad. España, no obstante, optó por enviar
voluntariamente un documento de actualización de sus previsiones fiscales y
económicas de una quincena de páginas, frente a las 125 de la edición anterior.
Pese a ello, el Gobierno aprovechó el documento para prometer a Bruselas un
incremento de los ingresos públicos sobre PIB desde el 42,6% de 2024 al 42,9%
en 2025, alza que fundamenta básicamente en el incremento de los impuestos
directos y las cotizaciones sociales. A partir de ahí, está por ver si Hacienda
se verá obligada a tomar nuevas medidas impositivas en el marco de la reforma
fiscal que ha pactado con la Unión Europea acometer a cambio del quinto
desembolso de fondos Next Generation.
El Gobierno, que también revisa al alza una décima
el crecimiento del PIB en 2025 hasta el 1,9%, calcula a su vez que el gasto
público descenderá del 45,6 al 45,4%, lo que le permite intensificar su
compromiso de reducción del déficit al 2,5% para 2025.
ANULAR EL DERECHO DE VETO AL SENADO PARA FACILITAR
UNA TRAMITACIÓN EXPRÉS
Consciente de la dificultad añadida que supone la
entrada en vigor de las nuevas reglas fiscales europeas para sacar adelante los
Presupuestos Generales del Estado de 2025, al dejar menor margen de gasto para
contentar a los socios de investidura y limitar el calendario que restará tras
el plan de ajustes de septiembre, el Gobierno ha comenzado a maniobrar para
facilitarse una tramitación exprés.
La vicepresidenta primera del Gobierno y ministra
de Hacienda, María Jesús Montero, busca evitarse la experiencia sufrida en la
tramitación de las cuentas de 2024 -a las que acabó renunciando- después de que
el PP aprovechara su mayoría absoluta en el Senado para bloquear la senda
fiscal del Ejecutivo, lo que le obligó a aprobarlo y tramitarlo en dos
ocasiones para terminar usando la última senda remitida a Bruselas.
Así, los grupos que componen el Gobierno de
coalición, PSOE y Sumar, han
registrado una enmienda a la Ley de Paridad para arrebatar al Senado su
tradicional derecho de veto sobre los objetivos de estabilidad presupuestaria
que introdujo en 2012 el ministro de Hacienda del PP Cristóbal Montoro. Bajo la
nueva redacción, que el Gobierno aspira a tener vigente antes de la tramitación
de la próxima senda fiscal que sustentará las cuentas de 2025, establece que en
caso de negativa del Senado, el Pleno del Congreso pueda aprobarla por mayoría
simple. "No tiene ninguna lógica, jurídica ni económica, que el Congreso
no pueda levantar un hipotético veto a los objetivos de estabilidad cuando sí
puede hacerlo, por ejemplo, para levantar un veto a los Presupuestos Generales
del Estado", argumentan fuentes de Hacienda.