La energía y la alimentación lideran la subida de
precios, junto con algunos servicios como los hoteles o las comisiones
bancarias y de correos.
11
de junio Fuente: Expansión
Apenas un mes después de que la inflación diera un
pequeño respiro a la economía,
los precios han vuelto a repuntar con más intensidad. Y, lo que es peor, los
incrementos se trasladan a cada vez más productos y tienen visos de extenderse
en el tiempo con fuerza. En concreto, el índice de precios de consumo (IPC)
subió un 8,7% en mayo respecto a los niveles del mismo mes de 2021, lo que
supone un acelerón de cuatro décimas respecto al dato de abril. Una subida que
se debe, fundamentalmente, a que el incremento de los precios de la gasolina ya
se ha comido el descuento fiscal de 20 céntimos introducido por el Gobierno en
abril, pero también a que la subida de costes registrada desde meses atrás se está
trasladando cada vez con más fuerza a numerosos bienes de consumo y servicios,
como pone de manifiesto el hecho de que la inflación subyacente (que no tiene
en cuenta ni energía ni alimentación, para reducir la volatilidad de las
cifras) ya alcanza el 4,9% interanual, medio punto más que en abril, cuando el
año pasado quedaba en el 0,2%.
En concreto, hay 40 productos que registran subidas por encima del 10%, incluyendo los
productos energéticos, pero también numerosos bienes alimenticios, servicios
como los hoteles y otros alojamientos o algunos bienes para el hogar, como
muebles. Así, los productos energéticos están entre los que más suben de todos
los que desglosa el INE, incluyendo tanto los combustibles líquidos, sin
incluir los de uso para vehículos personales (con una subida del 86,4%), el
gasóleo (33,9%), los hidrocarburos licuados, como el butano o el propano
(33,6%), la electricidad (30,2%), la gasolina (23,5%) y el gas natural y gas
ciudad (19,4%). Con ello, la energía sigue siendo la principal preocupación
para los hogares españoles, pero también para las empresas, que se ven
obligadas a trasladar los sobrecostes a los consumidores, algo que ha provocado
que las subidas de precios se extiendan mucho más allá de la energía. De hecho,
aunque todos los productos energéticos registran fuertes subidas de precios,
dos terceras partes de los productos que suben por encima del 10% son
alimentos.
Así, dentro de los productos de la cesta de la compra, los aceites que no son
de oliva se disparan un 95,4% respecto a las cifras de mayo de 2021, seguidos
del aceite de oliva (36,5%), las pastas alimenticias y el cuscús (27,9%), las
harinas y otros cereales (25,5%), los huevos (25,3%), las salsas y condimentos
(18,8%), los productos de panadería (18,2%), la mantequilla (17,6%), la leche
desnatada (17,6%), entera (16,7%), yogur (14,8%), patatas chips (14,8%), frutas
en conserva y productos a base de frutas (14,3%), carne de ave (13,6%), pan
(12,6%), carne de vacuno (12,3%), café (11,8%), pescado fresco o refrigerado
(11,7%), carne de ovino y caprino (11,5%), confituras, mermeladas y miel
(11,1%), té (10,7%), preparados de pescado y marisco (10,5%), otros productos
lácteos (10,4%), arroz (10,2%), legumbres y hortalizas secas (10,2%) y otras
carnes (10,1%). En otras palabras: es imposible ir al supermercado y no notar
una fuerte subida de precios generalizada en todo tipo de productos. De hecho,
los alimentos y bebidas no alcohólicas suben en mayo a un ritmo del 11% anual,
más del triple que hace seis meses (3,3%).
También destaca el aumento de los precios de los
hoteles y servicios de alojamiento, donde las tarifas se han incrementado un
45,4%, en buena medida debido a que la situación del turismo contrasta con la
de 2021, cuando estos establecimientos se vieron obligados a introducir un
descuento del 26,3% para atraer a la clientela, pero también por la subida de
costes que han sufrido, como es el caso de la electricidad. También registran
fuertes subidas de precios los productos de papelería (con un incremento del
11,6%), los muebles que no son para el hogar y accesorios, el transporte de
pasajeros por mar (11,4% en ambos casos), los artículos no duraderos para el
hogar (11,1%), los materiales para la reparación de vivienda o las comisiones
bancarias y de correos (10,6%). De los 200 elementos en los que se divide la
cesta de la compra, sólo 8 están en negativo, lo que da una idea de cómo de
generalizada está la inflación.
Sobre las expectativas
Hay que señalar, además, que un alza de los
precios del 8,7% en mayo es más problemática de lo que podría serlo una cifra
similar apenas hace tres meses, debido al efecto escalón, ya que fue en marzo
de 2021 cuando comenzó a producirse el aumento de la inflación. Dicho de otra
forma, la inflación acumulada desde hace dos años en mayo es del 11,6%, cuatro
puntos más que en febrero. Por ello, estos datos han supuesto una cierta
sorpresa para los analistas, que esperaban que el IPC comenzara a reducirse por
estas fechas, aunque solo fuera por la comparativa con la subida de precios de
2021. Tras conocerse el dato, la Fundación de Cajas de Ahorros (Funcas) elevó
en 1,2 puntos sus previsiones de inflación para lo que queda del año.
Este incremento podría generar, además, numerosos problemas. El primero de ellos
son los efectos de segunda ronda dado que, cuanto más tiempo se prolonguen las
subidas de precios, más probable es que los trabajadores reclamen alzas
salariales. En el primer trimestre del año se perdieron tantas jornadas por
huelgas como en la suma de los tres años anteriores, y en los 5 primeros meses
del año ya hay 1,2 millones de trabajadores que han firmado alzas salariales
del 5,4% en sus convenios, en promedio, cuando el año pasado por estas mismas
fechas apenas 300.000 empleados disfrutaban de incrementos superiores al 3%.
Además, una inflación media del 7,9% este año, como prevé Funcas, disparará la
factura de las pensiones en 14.200 millones de euros si el Gobierno mantiene la
actualización con el IPC, y también puede reforzar la subida de los tipos de
interés de la deuda pública, que ya se sitúan en el 2,7%, cinco veces más que a
principios de año.