El aumento del déficit estructural dificulta el
margen del Gobierno frente a una prolongación de la crisis o futuros shocks
12 junio
2022 Fuente Gestha.
La maquinaria para tener en tiempo y forma los
Presupuestos Generales del Estado (PGE) de 2023 comienza a moverse. Aunque sea
a trompicones. El Gobierno tiene el reto de pasar de las 'cuentas de la
recuperación' a una hoja de ruta en la que ingresos y gastos deben combinarse
al milímetro para mantener el impulso económico sin levantar suspicacias de
Bruselas.
La Comisión Europea ya ha pedido de forma expresa
al Ejecutivo que tome medidas para reducir el próximo año el déficit
estructural (aquel que no depende del ciclo, sino de las medidas fiscales
adoptadas por los gobiernos). Y eso solo pasa por una vía en un momento en el
que subir impuestos queda descartado no solo por el parón económico, sino
porque 2023 es año electoral.
Techo de gasto
La primera parada presupuestaria será la
aprobación del techo de gasto. Fuentes del Ministerio de Hacienda confían en
tenerlo listo antes de que finalice julio. «El Gobierno no se saltará la regla
de gasto corriente, que marca que este no superará la previsión del PIBa medio
plazo, que será prudente», anticipa José María Mollinedo, secretario general de
los técnicos de Hacienda.
No obstante, los recursos de los fondos europeos y
el extra de recaudación por la mejora del ciclo y la inflación anticipan que
los niveles se mantendrán elevados tras dos años de máximos por las políticas
expansivas contra la pandemia.
Solo en la teoría, el margen de maniobra del Gobierno
debería ser amplio. Habrá menos gasto por la retirada de las medidas
'anti-covid'. Y el empleo repunta con fuerza con cada vez más trabajadores en
ERTE reincorporándose al mercado laboral. A cierre de mayo apenas quedaban
27.500.
Ingresos disparados
Además, según datos de la IGAE, los ingresos
tributarios se dispararon hasta abril hasta rozar los 86.000 millones de euros.
Y el Ministerio de Hacienda calcula que un 20% se debe solo a la inflación. Un
excedente que genera el escenario perfecto para tomar medidas de consolidación
fiscal. Pero nada más lejos de la realidad. «Nunca es buen momento para
ajustar.
Cuando las cosas van bien, porque se aprovecha
para gastar más;y cuando van mal, porque no se puede ahogar al ciudadano»,
critica María Jesús Fernández, analista sénior de Funcas. Es decir. Todos esos
recursos con los que el Gobierno contará para elaborar sus próximos
Presupuestos no se destinarán a ajustar déficit. Eso vendrá, según confían
desde el Ejecutivo, por el propio ciclo económico. Así que el extra irá más
bien a consolidar gasto estructural.
Efecto IPC
La tendencia se mantendrá el próximo año, sobre
todo por medidas como la revalorización de las pensiones con el IPC.
El mantra de que «el poder adquisitivo de los
pensionistas está garantizado por ley» se repite una y otra vez frente a
quienes cuestionan el golpe que supondrá para las arcas públicas esta medida en
2023, con una inflación media desbocada que ni las previsiones más optimistas
ven por debajo del 6%.
Para este año, el gasto presupuestado para
pensiones apuntaba a un incremento de 7.900 millones de euros, hasta un récord
de 171.000 millones. La cifra supone más de un 70%del gasto social de los
Presupuestos que, a su vez, se comen seis de cada 10 euros del total. Así que
con una inflación mucho más elevada ahora, el coste para el próximo año será
todavía mayor.
Según cálculos del Banco de España, el golpe extra
que tendrá que asumir el Estado para hacer frente a la revalorización ligada al
IPCserá de 12.600 millones de euros. Y ese dinero no podrá destinarse tampoco a
otras partidas. Los expertos apuestan por suspender la medida, aunque solo sea
en 2023, o barajar alternativas como aplicarla solo a las pensiones más bajas.
Crisis energética
Las medidas que se consoliden para paliar los
efectos de la crisis energética también se llevarán buena parte del margen de
maniobra ante futuros shocks. «La sensación es que el Ejecutivo prefiere
ajustar ese exceso de recaudación dando mayor intensidad a estas ayudas, en vez
de devolverlo a las personas con otras como, por ejemplo, la deflactación del
IRPF», explica José María Mollinedo.
Este punto, además, sí necesitará contar con el
contrapeso de una mejor recaudación. Yes solo las medidas fiscales para
abaratar la factura eléctrica –entre ellas, la rebaja del IVA eléctrico del 21%al
10%, ya han mermado los ingresos del Estado en 3.828 millones desde su puesta
en marcha el pasado verano, según datos de la Agencia Tributaria.
Pago de intereses
Otra de las partidas en las que sin duda habrá que
asumir un mayor gasto será el del pago de los intereses de la deuda. La Airef
estima que el Estado tendrá que gastar 20.000 millones más en hasta 2025 con el
impacto que tendrá la subida de tipos esperada por parte del Banco Central
Europeo (BCE). De hecho, las nuevas emisiones ya se están encareciendo, aunque
el Ejecutivo confía en la prudente estrategia del Tesoro para salvar la
situación.
Resumiendo. Todo apunta a que la buena racha de
ingresos se destinará a consolidar gasto y no a ajustar de una forma más
potente los desequilibrios.
Es cierto que el déficit y la deuda bajaron en
2021 hasta el 6,7%y el 118,7%, respectivamente. Y que la senda descendente se
cumplirá dejando el agujero en el 5% este año. Pero aún son niveles elevados.
Sobre todo porque, sin ajuste en las políticas de gasto, el déficit estructural
se mantendrá en el entorno del 4%. «Es una barbaridad. Y si el Gobierno no toma
medidas adicionales no bajará de ahí», insisten desde Funcas. No esperan
movimientos en este sentido. Y es que incluir la palabra ajuste en año
electoral, el último de la legislatura, no parece la opción más probable.