La enorme
factura que ha supuesto afrontar la pandemia del Covid-19 y la caída de la
recaudación que ha generado la crisis económica consecuente han terminado por
descuadrar las cuentas públicas de toda la Unión Europea. España es, sin
embargo, el país que mayor tarea tiene por delante a la hora de reconducir el
agujero fiscal generado.
Así lo
certificó ayer la oficina estadística europea, Eurostat, al confirmar que
el déficit público español saltó del 2,9% del PIB a cierre de 2019 al 11% en
2020, el mayor desequilibrio entre ingresos y gastos de toda la UE.
Y eso que el
descalabro ha sido generalizado. Eurostat alerta de que, salvando Dinamarca
que acabó el año con un agujero fiscal del 1,1%, los otros 26 socios
comunitarios registran déficits superiores al 3% de sus PIB. Un umbral a partir
del cual se suele activar el procedimiento de déficit excesivo por el que
Bruselas exige planes de ajuste, algo que se evitarán a corto plazo por la suspensión
de las reglas fiscales en 2020 y 2021, y que se negocia mantener en 2022. A
partir de ahí, sin embargo, la UE podría comenzar a solicitar medidas concretas
y el Fondo Monetario Internacional (FMI) ya ha advertido de que, si no actúa
para evitarlo, a España le espera al menos un lustro de déficit excesivo.
Después de
todo, es el país más alejado de los umbrales de prudencia. En la zona euro
el déficit medio creció en 2020 del 0,6% al 7,2%, mientras que la media de los
27 saltó del 0,5% al 6,9%. Justo por detrás de España se sitúan Malta (10,1%),
Grecia (9,7%), Italia (9,5%), Bélgica (9,4%), Francia y Rumanía (9,2%, en ambos
casos) y Austria (8,9%). Del lado contrario, destaca el caso alemán, que pasó
de un superávit del 1,5% a un déficit del 4,5%.
En paralelo,
la oficina estadística comunitaria también ratificó que la deuda pública
española culminó 2020 en los 1,34 billones de euros, saltando del 95,5% el
120% del PIB (una vez añadida la factura de Sareb, el llamado banco malo). La
cifra duplica el umbral de 60% de deuda sobre PIB que se considera sostenible.
Hay otros 14
países por encima de dicho nivel y, de hecho, España no es el peor parado
en este ámbito. Superan su endeudamiento Grecia (205,6%), Italia (155,8%) y
Portugal (133,6%), mientras que se sitúan a corta distancia Chipre (118,2%),
Francia (115,7%) y Bélgica (114,1%). Los países mejor posicionados en esta
comparativa fueron Estonia (18,2%), Luxemburgo (24,9%), Bulgaria (25%), Chequia
(38,1%) y Suecia (39,9%). En el conjunto de la zona euro, el endeudamiento pasó
de 10,02 a 11,1 billones, alzándose del 83,9% al 98% del PIB conjunto mientras
que en la UE subió del 77,5% al 90,7% del PIB, alcanzando 12,07 billones.
Pese a la
situación, el Gobierno ha decidido postergar la consolidación fiscal, y el
detalle de su diseño, hasta consolidar la recuperación económica. Con todo,
asume que el rebote del PIB permitirá rebajar ya este año el déficit (viene
estimando que al 7,7% pero revisará esta cifra la próxima semana en el Plan de
Estabilidad que remita a Bruselas) y la deuda (un punto). Esta, sin embargo,
volvió a marcar un nuevo máximo histórico en febrero, al subir 18.601 millones
hasta los 1,36 billones, según los datos publicados ayer por el Banco de
España.