El programa internacional que busca la
transformación de los servicios tributarios obligará a compartir más datos con
la Administración y supondrá la automatización de muchos procesos. La Hacienda
española es de las más avanzadas.
10
de mayo Expansión
Es uno de los proyectos estrella de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). La Administración tributaria 3.0 obligará a las
compañías a ponerse al día en la transformación digital. La idea de los
negociadores es que facilite el trabajo a los fiscalistas de las empresas. Sin
embargo, esta reforma obligará a compartir más datos con la Administración y
supondrá la automatización de muchos procesos. Esto exigirá a las compañías destinar
recursos para adaptarse.
Precisamente, la Agencia Tributaria española es de
las más avanzadas en materia digital. Tanto es así, que ha ido un paso más allá de las recomendaciones
internacionales y utiliza el análisis masivo de datos -conocido como big data-
para sus inspecciones. De hecho, la cantidad ingente de datos con los que
cuenta la Agencia permite ya, incluso, a la Inspección anticiparse a posibles
fraudes tributarios.
Desde 2020, los ordenadores de Hacienda ya trabajan con tecnología big data para,
sobre todo, el análisis de las multinacionales y la fiscalidad internacional.
El Plan de Control Tributario del año pasado amplió el uso de esta tecnología
para vigilar el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF). Así
será en un futuro la Administración tributaria:
Identidad digital. La identificación de los contribuyentes es
uno de los pilares fundamentales que persigue la OCDE. Los países han empezado
ya a emitir números de identificación fiscal (NIF) o identificadores únicos
equivalentes, que sirvan para distintas jurisdicciones. También, están
desarrollando perfiles para permitir acceder a una serie de servicios digitales
de la Administración, por ejemplo, a través de los portales del contribuyente.
La idea de la OCDE es que estas identidades sirvan agilizar las comunicaciones
entre empresas y Administración.
Uso de la inteligencia artificial. Muchas Administraciones tributarias están
desarrollando ya nuevos servicios electrónicos, desde cuentas de contribuyente
integradas hasta aplicaciones móviles o buzones digitales. La OCDE quiere ahora
ir un paso adelante. El nuevo reto de los negociadores es introducir la
inteligencia artificial en estas herramientas. Hay países que han tomado la
iniciativa y ya son bots los que se relacionan, a través de chats, con los
contribuyentes.
Gestión de datos. Con la creciente digitalización, las autoridades tributarias cada vez
recopilan más datos fiscales de los contribuyentes y de terceros. La duda que
se plantea ahora la OCDE es qué hacer con esa cantidad ingente de información.
Las administraciones tributarias están introduciendo nuevos servicios, que no
son tan nuevos en España. Por ejemplo, los borradores de las Declaraciones de
la Renta. Dado que muchas Administraciones recopilan información sobre sueldos
y salarios directamente de los empleadores, un gran número de países está
desarrollando borradores para la presentación de las declaraciones. Además, el
incremento de los sistemas de facturación electrónica permite a los servicios
tributarios empezar a ir más allá de las declaraciones del Impuesto sobre la
Renta de las Personas Físicas (IRPF) y abarcar ahora la elaboración de
borradores en las declaraciones del Impuesto sobre Sociedades (IS) y del IVA.
Gestión y aplicación de normas fiscales. La transformación digital de las
Administraciones tributarias afectará a la forma en que se lleva a cabo la
gestión de las normas fiscales. La OCDE busca una fórmula en la que los datos
permanezcan en gran medida en los sistemas de los contribuyentes. De esta forma,
los servicios tributarios pueden acceder a esos repositorios de información y
los procesos de garantía se realizan en el propio sistema de las empresas. Este
esquema evita el tratamiento de los datos directamente por parte de la
Administración.
Sistemas integrados. La OCDE opina que la naturaleza de la
transformación digital requiere la unión de sistemas y procesos en los sectores
público y privado, así como a escala internacional. La complejidad de este
asunto y la inversión de recursos necesaria exigen un planteamiento estratégico
y una forma estructurada de gobernanza para que la transformación tenga éxito.
La clave está en la interconectividad.
La transformación también tiene sus riesgos
"La transformación digital también está
cambiando la forma en que las administraciones públicas se relacionan con los
ciudadanos, especialmente en el ámbito de la gestión tributaria", destaca
Francisco Pérez Bes, socio de Derecho digital en Ecix Tech. "En efecto,
una de las grandes ventajas que ofrece la implantación de la tecnología en el
ámbito público es la de mejorar la calidad de estos servicios, que, al ser más
rápidos, más transparentes y eficientes, gestionan mejor las necesidades de los
administrados, pero también permite reducir el nivel de fraude e incrementar
los ingresos fiscales", añade.
La Administración Tributaria 3.0 supone un nivel de digitalización superior, que
busca la explotación de los datos de los contribuyentes a través de la
automatización de servicios y optimización de procesos, con el fin de analizar
y medir las actividades de aquellos. Pérez Bes alerta de que "todas estas
ventajas no están exentas de riesgos, ya que las capacidades de control y de
predicción que ofrecen las nuevas tecnologías pueden estar reñidas con los
principios y libertades fundamentales de los administrados, lo que no puede
sacrificarse en aras de una mayor recaudación".