La revisión del INE de los datos de PIB de 2022
muestra un deterioro importante de la economía por expectativas, pérdida de
poder adquisitivo y encarecimiento de la financiación.
25
de marzo Expansión
La revisión habitual de los datos del PIB en la
publicación de los principales resultados de la Contabilidad Nacional del
cuarto trimestre de 2022, confirman
que la economía se ralentizó de manera importante en la parte final del año
pasado. De hecho, ratifica el 5,5% de crecimiento en el conjunto del año,
el pobre 0,2% Intertrimestral en el cuarto trimestre e incluso rebaja una
décima, del 2,7% al 2,6%, el crecimiento interanual de ese periodo, con una
estimación de PIB nominal casi 2.000 millones de euros inferior al ofrecido en
el avance (1,327 billones frente a los 1,329 billones adelantados),
exactamente, 1.814 millones de euros menos.
Es más, esa rebaja interanual del crecimiento del PIB en términos constantes es
mayor, pues también se rebaja una décima el crecimiento interanual del tercer
trimestre, del 4,8% al 4,7%, con lo que la revisión a la baja del dato
interanual del cuarto trimestre es todavía más importante.
Esto confirma que el PIB se estancó en el cuarto
trimestre, con ese escuálido 0,2%
de incremento trimestral, quedándose prácticamente plano, que es coherente con
la desaceleración observada por el Banco de España en su reciente
informe trimestral, donde estimó que el PIB creció un 7,3% en el primer
semestre para hacerlo sólo la mitad en el segundo (3,7%), ligado a un descenso
en los ingresos procedentes de impuestos indirectos, con tasas negativas en
octubre y noviembre, que muestran la disminución del consumo, vía
transacciones, fruto de la pérdida de poder adquisitivo.
De esa manera, el PIB crece lo mismo que en el
trimestre precedente, con fuertes caídas en consumo de los hogares e inversión,
que indican un deterioro muy importante de la economía por expectativas,
pérdida de poder adquisitivo y encarecimiento de la financiación.
Este dato, que deja desgraciadamente a la economía
española estancada y en el umbral del crecimiento negativo, es todavía peor si
tenemos en cuenta que se produce en un trimestre, el cuarto, en el que la
campaña de Navidad tiene mucha fuerza. Ya el tercer trimestre había sido un
fiasco, pese a la gran temporada turística que se produjo, mostrando que el
resto de actividades está ralentizándose a pasos agigantados.
El dato interanual crece una décima menos que en
el avance, un 2,6% en lugar del
2,7% adelantado, cuando en el tercer trimestre crecía un 4,7% (también se
revisa a la baja, pues en los datos de avance lo hacía un 4,8%). Es decir,
crece dos décimas menos. Asimismo, en el conjunto de 2022, el PIB creció un
5,5%, es decir, 1,5 puntos por debajo de la previsión que el Gobierno tenía en
su cuadro macroeconómico.
Es cierto que la economía ha crecido un 5,5% en el
conjunto de 2022 y que esa cifra ha sido algo mayor que la que parecía que se
iba a producir hace unos meses,
pero no deja de ser un espejismo, ya que es un dato que supone un menor
crecimiento sobre el estimado, que venía de otro menor crecimiento sobre el
estimado el año previo. Eso hace que la economía española se encuentre todavía
a casi un punto de recuperar el nivel previo al coronavirus, siendo una de las
pocas economías desarrolladas que no lo ha logrado.
Además, si no se comportó peor el crecimiento de
la economía se debe a que se mantiene anestesiada por el ingente gasto público
desplegado, que está generando un importante endeudamiento. Tan anestesiada
está la economía que el gasto no financiero de los Presupuestos se ha
incrementado en 78.387 millones de euros entre 2018 y 2023, mientras que el PIB
nominal se habrá incrementado sólo 143.937 millones de euros en el mismo
período (si se cumplen las previsiones).
Es decir, para ese crecimiento del PIB se ha
tenido que impulsar un crecimiento del gasto en los Presupuestos (sin contar el resto de las administraciones, con
lo que todavía estará más soportado el crecimiento por el gasto) que supone el
54,46% el crecimiento del PIB. De cada nuevo euro de actividad económica
generado en España, 54,46 céntimos se habrán dedicado al gasto público de los
Presupuestos, sin contar el gasto del resto de administraciones.
Al profundizar, puede observarse que los datos de consumo confirman su caída en términos
trimestrales y los de inversión su ralentización tanto trimestral como
interanualmente, con descenso de horas trabajadas, ralentización del empleo en
todos los sectores, caída de la productividad por hora trabajada y aumento de
costes laborales.
Especialmente preocupante es el comportamiento de
la demanda externa, que se queda en una aportación al crecimiento de 1,7 puntos
(4 décimas peor que en los datos de avance), con un descenso de dos décimas
respecto al crecimiento del trimestre anterior (también revisado 3 décimas a la
baja sobre los datos de avance), donde, no lo olvidemos, fue la parte de la economía
que mantuvo la actividad con más fortaleza.
Eso es fruto de una reducción a la mitad del
crecimiento de las exportaciones y de una reducción a la cuarta parte del
crecimiento de las importaciones.
Especialmente relevante es la fuerte reducción en el crecimiento interanual de
las exportaciones de servicios, que pasan de crecer un 49,3% a hacerlo un
11,9%.
En los servicios es donde se concentra gran parte
de la fortaleza exportadora de España, de manera que esta reducción es muy
significativa y preocupante, en la que puede influir, además del descenso de la
renta del exterior, también una pérdida de competitividad por incremento de
costes, que puede llevar a perder mercados. De hecho, ahora se revisan a la
baja, en tasa interanual, 7 décimas las exportaciones y se incrementan 2
décimas las importaciones, con el consiguiente deterioro del saldo exterior
expresado antes.
Todo, en un contexto en el que en el mercado se
puede empezar a ver previsiones de tipos más bajos a finales de año, es decir, una inversión de la curva de tipos
que, de confirmarse, lanzaría una mala señal acerca del potencial deterioro
futuro de la economía.
Estos datos ratifican la importante desaceleración
en la que se halla la economía española, más allá de datos parciales en el corto plazo.
José María Rotellar, economista