La renta disponible de los hogares se reducirá un 1,2% este año, a
pesar del avance del empleo, lo que frenará el consumo.
La invasión rusa de Ucrania está pasando
una enorme factura a la economía española, que justo había comenzado a despegar en las últimas
semanas antes de la guerra. Esta es la visión del servicio de estudios de BBVA,
que ayer recortó en 2,7 puntos sus previsiones de crecimiento por la
guerra en Ucrania, hasta el 4,1%. Y este dato no será homogéneo ni a lo largo
del año ni por sectores de actividad, ya que los expertos apuntan a un fuerte
crecimiento en el primer trimestre del año seguido de un estancamiento o
una caída de la actividad entre abril y septiembre y de un leve repunte en la
recta final del año. Además, mientras que la industria sufrirá el grueso de las
caídas, los servicios recibirán un impacto mucho menor, lo que también dará
lugar a un distinto impacto por áreas geográficas.
La economía se las prometía muy felices en el
arranque del año, gracias a un
impacto de la variante Ómicron mucho menor de lo previsto
anteriormente. Por ello, el servicio de estudios de BBVA habría elevado
sus previsiones de crecimiento en 1,2 puntos, hasta el 6,8%. Sin embargo, la
guerra ha torcido estas previsiones, provocando un recorte de 2 enteros por
la subida de precios, medio punto por el menor del comercio con Rusia,
seis décimas por el aumento de la volatilidad y una décima adicional
por el agravamiento de los cuellos de botella. Y, a cambio, solo eleva
medio punto el crecimiento por la mayor demanda proveniente de los estímulos
europeos frente a la guerra.
En total, prevé que España crecerá un 4,1%
este año. Pero este avance
será muy desigual, ya que la economía avanzará un 1,4% entre enero y marzo,
"seguido de un moderado estancamiento o caída de la actividad en el
segundo y el tercero y un crecimiento en torno al 0,5% en el cuarto
trimestre", advirtió el economista jefe para España, Miguel Cardoso. En
otras palabras, la guerra podría desencadenar una recesión. Este freno se
debe en gran medida a la escalada de los precios. Con la inflación en
el 7% este año, la renta disponible de los hogares se contraerá un 1,2%, a
pesar del aumento del empleo (2,6%) y de los salarios, pero el consumo saldrá
adelante gracias al ahorro embalsado durante 2020. Esto significa, además,
que la economía reorientará del consumo a la inversión, apoyada por
los fondos Next Generation EU. En concreto, BBVA Research espera que las
inversiones crezcan un 60% en el periodo entre el primer trimestre de 2021 y el
cuatro trimestre de 2023, una cifra muy superior a la de otros ciclos
expansivos, donde el incremento medio fue del 35%. En concreto, la
inversión crecerá un 7% este año, seguido de un avance del 18,1% en 2023, un
avance cinco veces mayor que el del consumo, lo que elevará significativamente
el peso de la inversión el PIB nacional. Rafael Doménech, responsable de
Análisis Económico, señaló que este avance se debe en gran medida a la aceleración
en la ejecución de los fondos europeos, si bien hasta ahora la ejecución ha ido
muy por debajo de lo previsto. Además, también alertó del riesgo de que, con
el incremento en el precio de las materias primas y en los materiales
necesarios para la digitalización y la transformación energética, una parte
cada vez mayor del gasto se vaya en bienes importados.
Pensiones
Precisamente para evitar que la inflación se lleve
por delante el crecimiento, tanto el proveniente del consumo como el de la
inversión y el de las exportaciones (que se verán lastradas por la subida de
costes), Doménech abogó por un pacto de rentas que afecte "a la
mayor parte de la sociedad", de forma que el impacto de la medida se
diluya entre la mayor cantidad de gente posible. "Cuantos más
colectivos incluya el pacto de rentas, mejor. Los pensionistas deberían
formar parte de él", señaló, si bien añadió que se podría excluir a las
pensiones mínimas. En la misma línea, el director de BBVA Research, Jorge
Sicilia advirtió de que si los pensionistas se quedan fuera de este posible
pacto de rentas, el coste de no incluirlos tendrán que asumirlo empresas,
trabajadores y el sector público a costa de un mayor déficit y deuda. "Hay
que tener muy buenas razones para excluir a los pensionistas. Cuantas menos
excepciones, mejor", recalcó.
BALEARES, CANARIAS Y MADRID, BASTIONES DE LA
ECONOMÍA
La guerra en Ucrania ha impactado en la economía
española a través de varios canales, como son los precios, las exportaciones o
la incertidumbre. Sin embargo, no se trata de un impacto homogéneo, ni mucho
menos. De hecho, la principal vía de transmisión del impacto económico serán
los precios de la energía, cuya repercusión es muy distinta entre unas
comunidades autónomas y otras, ya que la industria (y especialmente, la
industria electro intensiva), además de la agricultura en menor medida,
necesita una mayor cantidad de energía para generar una misma cantidad de PIB.
Por eso mismo, Asturias, Navarra y Cantabria serán probablemente las regiones
más castigadas por la guerra en Ucrania, de acuerdo con los datos de BBVA
Research, seguidas de Galicia, País Vasco, Murcia, Aragón, Castilla-La Mancha,
Comunidad Valenciana, Castilla y León y Cataluña. En estas regiones, el consumo
energético necesario para generar una unidad de PIB oscila entre el 2,1% de
Asturias y el 1% de Cataluña, que queda ligeramente por encima de la media
nacional (0,9%). Sin embargo, hay que tener en cuenta que esta estadística se
obtiene de los datos de 2019, que se pueden haber visto alterados por la subida
de precios. En cambio, en el otro extremo de la balanza quedan Baleares,
Canarias y Madrid, cuya economía apenas se verá afectada por la escalada de los
costes energéticos, debido al elevado peso de los servicios y el turismo. Estas
regiones van seguidas, aunque a bastante distancia, de Andalucía, Extremadura y
La Rioja, que quedan por debajo, pero cerca, de la media.
Fuente: Expansión