En diciembre se registraron 5.622 altas de
jubilación a los 64 años, el máximo histórico y el triple que, en la última
década, y 7.739 altas a los 63 años, el doble.
18
de marzo Expansión
Uno de los elementos con los que el Gobierno
contaba para aligerar el gasto en pensiones, en un momento en el que la
jubilación de los baby boomers, el aumento de los tipos de interés y las
presiones de Bruselas hacen perentorio reequilibrar las cuentas de la Seguridad
Social era el retraso voluntario en la edad de jubilación. Sin embargo, la
contrarreforma de las pensiones de 2021, que reinstaura la revalorización de
las nóminas de los jubilados con la inflación, unida a una subida récord de los
precios el año pasado, ha provocado un aluvión de retiros anticipados por
debajo de los 65 años. ¿La razón? El importe de la revalorización con el Índice
de Precios de Consumo (IPC), del 8,5%, excede con creces la penalización que
sufren los pensionistas por su jubilación anticipada. Como resultado, el número
de jubilados a los 63 y 64 años en la recta final del año pasado se ha
disparado hasta máximos históricos, agravando el desequilibrio del sistema.
En concreto, las altas de jubilación a los 64 años se han disparado hasta los 5.622
nuevos pensionistas en diciembre de 2022, de acuerdo con los datos de la
Seguridad Social, el máximo de la serie histórica que arranca en 2005 y una
cifra que triplica con creces el promedio de los últimos diez años. Por su parte,
las altas de jubilación a los 63 años se han disparado hasta los 7.739 nuevos
pensionistas, la segunda mayor cifra del registro y algo más del doble que la
media desde 2012. En total, las altas de jubilación a los 63 y 64 años
registradas en diciembre del año pasado multiplican por 2,8 las que tuvieron
lugar en el mismo mes de 2021, a lo que hay que sumar además que el número de
jubilaciones por debajo de la edad legal se había ido incrementando
progresivamente también en los meses anteriores, aunque sin alcanzar las cotas
del final de año. Así, el gasto en pensiones sube un 10,8% anual en febrero,
hasta 11.922 millones de euros.
Esto supone una triple sangría de recursos para la
Seguridad Social. Por un lado,
porque supone la pérdida de muchos afiliados a la Seguridad Social, que dejan
de aportar la cotización en un momento en el que los empresarios están
paralizando las nuevas contrataciones ante la debilidad de la demanda, por lo
que podrían plantearse dejar sin cubrir buena parte de las plazas vacantes. Por
otro, el hecho de que miles de pensionistas hayan acelerado su edad de
jubilación también supone un incremento en el corto plazo de los gastos de la
Seguridad Social, que tendrá que cubrir un año o dos más de pensiones. En
total, ambos efectos combinados suponen que un trabajador que cobrara 30.000
euros antes de jubilarse generaría un coste para el sistema de cerca de 34.500 euros
por cada año que adelante su jubilación, si bien esta cifra depende de su
carrera de cotización en los años anteriores. El problema es que este déficit
puntual en condiciones normales debería compensarse en los años posteriores
mediante un recorte en la cuantía de la pensión, pero la revalorización con el
IPC anula casi cualquier penalización, haciendo que quienes se jubilaron en
2022 vayan a percibir una nómina mayor que quienes lo hagan en 2023, aunque
estos últimos hayan trabajado más tiempo. En total, esto subiría en otros
17.800 euros el coste de la pensión a lo largo de los 21 años de su esperanza
de vida a los 65 años. Es decir, la sangría para la Seguridad Social se
prolongará a lo largo de las próximas décadas.
Insuficiente penalización
En concreto, un jubilado que decida retirarse un
mes antes de la edad legal de jubilación sufrirá una penalización de entre el
2,81% y el 3,26%, dependiendo del número de años cotizados, pero la
penalización es proporcionalmente menor para mayores adelantos. Por ejemplo,
alguien que anticipe su jubilación seis meses sufrirá un descuento de entre el
3,45% y el 4%, quien lo haga un año antes de lo pertinente afrontará una
pérdida de entre el 4,75% y el 5,5%, quien lo haga un año y medio antes perderá
entre el 7,6% y el 8,8% y quien extienda este periodo hasta los dos años tendrá
una merma de entre el 13% y el 21%. Aunque el Gobierno ha incrementado las
penalizaciones con la última reforma, estas cifras quedan muy por debajo de la
mejora que supone la actualización con el IPC para buena parte de los nuevos
jubilados. De hecho, prácticamente todos los jubilados que adelanten su retiro
hasta un año y medio de forma voluntaria disfrutarán de una pensión más elevada
que la que habrían tenido trabajando lo exigido por el Gobierno (incluso más,
en muchos casos, que si decidieran extender la jubilación más allá del límite
legal). Pero, es más, si a la revalorización del 8,5% de 2023 se suma la que se
puede esperar para 2024 (en torno al 4%, según los principales analistas), la
subida acumulada asciende hasta el 12,8%, igualando la reducción que podría
tener alguien que anticipe su retiro entre 21 y 24 meses.
Presión de Bruselas
Este aumento de las jubilaciones anticipadas
supone un varapalo a la estrategia del Gobierno para aliviar el déficit de las
pensiones, una de las principales exigencias de Bruselas para el desembolso de
los fondos europeos. En los últimos años, el ministerio dirigido por José Luis
Escrivá acabó con dos elementos clave para contener el gasto en el medio plazo,
la revalorización por debajo del IPC y la corrección de las nuevas prestaciones
de acuerdo con la esperanza de vida, sustituidas recientemente por un
progresivo pero muy contundente incremento de las cotizaciones sociales. Con
ello, el Gobierno carga el peso de los crecientes costes del sistema sobre las
empresas, lo que podría limitar la creación de empleo en los próximos años. Por
ello, numerosos organismos han alertado en los últimos días de que la reforma
podría ser insuficiente, e incluso contraproducente, para la sostenibilidad del
sistema. Por ejemplo, BBVA Research alertaba recientemente de que esta reforma
supondría que se dejen de crear 200.000 puestos de trabajo hasta 2050, lo que
limitaría el alza de los ingresos.