Aumento de la deuda, gasto social disparado,
subida de impuestos, pérdida de competitividad internacional, atraso en
digitalización, servicios públicos colapsados y un precio de la energía
desbocado son parte de los síntomas.
20
de mayo Expansión
Alemania se ha convertido en el enfermo de Europa. No pasa un
día sin que algún medio de comunicación alemán o instituto de investigación
prediga que los cierres de fábricas teutonas y el auge de China llevarán al
país a la ruina. Así, la Confederación Alemana de Sindicatos (DGB) advirtió
que la crisis energética conducirá a la desindustrialización y los despidos
masivos. Mientras que el afamado Centro Europeo de Investigaciones
Económicas (ZEW) ha señalado que Alemania ocupa el puesto 18 en el
índice de competitividad entre los 21 países más industriales del Mundo.
¿Cuáles son los síntomas que presenta el enfermo?
Subida de la deuda pública, gasto social disparado, aumento
generalizado de impuestos, pérdida de competitividad a nivel
internacional, atraso en el proceso de digitalización, servicios públicos
colapsados, un precio de la energía desbocado para un país que es muy dependiente
de la industria. La pandemia y la Guerra de Ucrania han terminado de hundir un
país, que se encuentra en la peor situación desde los años cincuenta.
Estos enormes desequilibrios (que tuvieron su
origen en las políticas de los gobiernos de Ángela Merkel) no
parece que puedan ser superados por el actual gobierno de coalición federal
entre socialistas (SPD), Verdes y Liberales (FDP). Como
consecuencia los votantes están perdiendo la paciencia tal como muestra el
cambio de gobierno en el Land de Berlín, con una caída estrepitosa de los
Verdes (un partido cuya ideología está dinamitando el modelo de éxito alemán).
El significado del Land de Berlín en la política
nacional
Tras la Segunda Guerra Mundial, la
ciudad de Berlín no ha sido un escaparate del contexto nacional. El desorden
que siempre representaba esa isla llamada Berlín no reflejaba la pujanza de la
República Federal en su conjunto. La parte occidental era un refugio de
subvenciones y exenciones fiscales. Y la parte oriental de la ciudad estaba
convertida en un conglomerado de intereses, con un crecimiento artificial en
los años setenta y ochenta. En realidad, este crecimiento ocultaba la
decadencia del régimen comunista, que se desangraba lentamente.
Berlín, tras la reunificación, tampoco era
importante en la política nacional. Siempre ha conservado un carácter marginal,
singular en su historia contemporánea. Era un lugar "pobre, pero
sexy", la frase frecuentemente recordada de Klaus Wowereit, el alcalde
presidente más carismático del Berlín unificado.
La reciente elección de Kai Wegner de Centro
Derecha (CDU) como alcalde presidente ha supuesto el mejor resultado para
este partido en Berlín desde hace 20 años (30% de los votos). Un político de fuste
que fue uno de los opositores a Ángela Merkel en el partido. Y ha pactado un
gobierno de coalición con el SPD (el segundo más votado con el 20%). La opción,
sin duda, más sensata y que ha acabado con el experimento del tripartito de
izquierdas.
El tripartito de izquierdas en Berlín. Un modelo
fracasado
Efectivamente el gobierno saliente del Land de
Berlín era una mezcla fracasada entre unos socialdemócratas radicalizados y
un Partido Verde, ansioso de poder, que justificaba la okupación de
viviendas y su expropiación. A los que se unieron, los antiguos comunistas de
la RDA (Die Linke), que mantienen en Berlín un porcentaje alto, por
el apoyo del aparato de la antigua RDA.
Pero la realidad es que el caos que existía en
Berlín con el tripartito de izquierdas vaticinaba el camino que iba a seguir el
país en su conjunto. La herencia recibida de Merkel tenía su
mayor reflejo en la capital. Una política de inmigración desastrosa. Un déficit
de vivienda, a medio plazo, imposible de satisfacer. Un aparato administrativo
desbordado, con la sanidad totalmente colapsada. Un transporte público que se
ha convertido ya en un motivo de escarnio entre la población: retrasos, cierres
y cancelaciones en el transporte ferroviario, deficiente funcionamiento del
aeropuerto.
El Senado berlinés fue, en la llamada "era
Merkel", una especie de laboratorio de ideas de la izquierda radical. Este
invento servía para que fuese ella la que se mantuviese sin rivales políticos
en la Cancillería, donde estaba realmente el poder. Los antisistema de
izquierdas campaban a sus anchas en Berlín. Despreciaban las leyes y el orden
con la protección implícita del gobierno regional. Algo parecido a lo que
ocurre con Ada Colau en Barcelona.
El futuro cambio de coalición a nivel federal
El cambio político que se ha producido en Berlín
es, probablemente, un anticipo de lo que ocurrirá en la política federal. Lo
que significa un cambio radical en la política nacional. Resulta muy probable
la salida de los Verdes del próximo gobierno federal. La
última encuesta del influyente Bild Zeitung confirma una
tendencia inamovible desde hace un año: la victoria de la CDU, con
un porcentaje en torno al 30%. También pronostica una debacle de los Verdes
(caen hasta el 14% de los votantes). Un castigo del electorado, harto de unos
políticos que ignoran la realidad y pretenden volver a una economía
estatalizada, con la excusa de una salvación climática.
Las elecciones federales serán en septiembre de
2025. La actual coalición no repetirá (previsiblemente) mandato. En los
próximos meses, en las elecciones a los parlamentos regionales, caerán todavía
más los Verdes, junto a un estancamiento de socialistas y liberales. La razón:
la situación económica no es fácil que mejore ante el contexto internacional
existente, muy desfavorable para Alemania.
Por todo ello, la futura coalición a nivel federal
estará formada, seguramente, por la CDU y el Partido Liberal. Conocer
cuándo y cómo se producirá este cambio es una incógnita que tiene que despejar
el liberal Christian Lindner (FDP). Esta parece la única
solución posible para acabar con un tripartito desavenido. Podría incluso
fragmentarse antes de tiempo, si los Verdes siguen desplomándose en las
siguientes elecciones de los Lander.
Tal escenario tendría un paralelismo histórico con
el viraje político realizado en 1981 por el FDP. En aquel momento, los
ministros liberales Genscher y Lambsdorff revocaron la coalición social
liberal, y se unieron a la moción de censura contra Helmut Schmidt (SPD). Veremos si una nueva coalición entre liberales y
democristianos llega a tiempo para resolver los graves problemas que atraviesa
Alemania. En 1963, el presidente norteamericano John F. Kennedy pronunció,
desde la capital alemana, su famosa frase "Ich bin ein Berliner"
("soy berlinés"). Kennedy mostraba su apoyo a una ciudad sometida a
15 años de bloqueo. Hoy Berlín y Alemania vuelven a estar en apuros
Rafael Pampillon Olmedo/ Rafael Moneo Abreu. Universidad CEU-San Pablo e IE Business School