Hacienda se ha comprometido con Bruselas a acercar
los niveles de recaudación de España a la media europea a partir del rediseño del
sistema tributario ideado por su comité de expertos, pero la inflación y la
guerra han dejado la medida en el aire.
27
de mayo Expansión
Culminadas la reforma laboral y la primera parte
de la de las pensiones, el Gobierno tiene pendiente abordar el rediseño del
sistema tributario, el tercer gran pilar de las reformas estructurales que
España ha comprometido con Bruselas a cambio de las ayudas del Mecanismo de
Recuperación. Aunque el pistoletazo de salida al proceso iba a ser la
publicación del Libro Blanco sobre la reforma encargado por Hacienda a un
comité de expertos académicos, su entrega -en el arranque de marzo- coincidió
en el tiempo con la invasión de Rusia sobre Ucrania, conflicto que ha
contribuido a frenar la recuperación económica tras la pandemia y a elevar la inflación.
La convulsión ha sido tal que el Ejecutivo ha echado el freno al rediseño
fiscal, cuyo horizonte y calado queda, de momento, en el aire.
El Libro Blanco contiene una ambiciosa batería de
medidas para permitir a España reducir la brecha en los ingresos tributarios que obtiene anualmente frente a la media europea,
cercana a los 40.000 millones de euros, abogando por desarrollar una fiscalidad
medioambiental o tender progresivamente a un tipo único de IVA para ingresar
hasta 35.000 millones adicionales. El informe también propone realizar ajustes
en Sociedades e IRPF y dedica especial atención a la propuesta de armonizar la
tributación autonómica fijando mínimos comunes en Patrimonio y Sucesiones y
Donaciones. Sin embargo, al recibir el texto, la ministra de Hacienda, María
Jesús Montero, matizó que la reforma tributaria es un proyecto "a medio
plazo", que se debe "acompasar a cada momento", lo que dada la
situación de incertidumbre económica actual le llevó a descartar que se vaya a
tomar de forma "inmediata ninguna subida fiscal".
Pese a que apartados como la armonización fiscal
autonómica están comprometidos
con Bruselas para el primer trimestre de 2023, el Gobierno liga ahora esta
medida a la remodelación del sistema de financiación regional, que lleva años
pendiente de abordar y requeriría de una larga negociación previa. Además, el
Ejecutivo defiende que las medidas de alza de impuestos se pospondrán hasta
consolidar la recuperación económica de la crisis del Covid, lo que tras la
última revisión de crecimiento no ocurrirá hasta el próximo año.
De momento, la prórroga de la suspensión de las reglas fiscales comunitarias ha dado
aire a Hacienda, que ha prometido a Bruselas reducir el desequilibrio
presupuestario del umbral de déficit excesivo del 3% para 2025, gracias
fundamentalmente al crecimiento cíclico del PIB y la reducción del gasto
asociado al Covid. En paralelo, la galopante inflación, que en marzo crecía al
9,8%, ha ayudado a disparar un 20% los ingresos tributarios en el arranque del
año hasta cifras récord en el primer trimestre, lo que contribuirá a rebajar el
agujero fiscal y a costear el plan de choque aprobado para paliar los efectos
de la guerra.
Con todo, el Programa de Estabilidad remitido a Bruselas sostiene que "el
sistema tributario español, y en sentido amplio los ingresos públicos, tiene
margen de crecimiento en el medio plazo" que "este Gobierno está
decidido a impulsar", con alzas de impuestos y nuevas figuras. Un proceso
que admite como "crucial" para garantizar "la sostenibilidad del
sistema de pensiones", lo que indica que a medio plazo -a falta de ver si
antes o después de las elecciones generales previstas para 2023- Hacienda
planea reactivar la reforma fiscal.