A lo largo de las últimas semanas, el precio del
diésel en España ha subido 7,4 céntimos por litro, cuando en Europa ha bajado
5,6 céntimos, una diferencia de 12 céntimos por litro que se come buena parte
de la ayuda fiscal del Gobierno.
13
de mayo 2022 Expansión
Cuando el Gobierno planteó en marzo un alivio
fiscal de 20 céntimos por litro en los precios de los carburantes, de
los que la Administración soportaría un ajuste en sus ingresos de 15 céntimos y
las estaciones de servicio, de 5 céntimos, no faltaron las voces que
clamaron que las gasolineras absorberían este agujero en forma de
mayores precios. Y efectivamente, las estaciones de servicio no
tardaron en elevar sus precios para compensar la medida. Sin embargo,
apenas mes y medio después de la introducción de la medida, las gasolineras
están yendo bastante más allá y ya se comen una buena parte de la
subvención correspondiente a los ingresos de la Administración.
Tras la introducción de la medida, los
precios de la gasolina 95 se han incrementado en 6,01 céntimos por litro,
pasando del 1,818 euros el 28 de marzo a 1,878 euros en la actualidad, de
acuerdo con los datos publicados ayer en el Boletín Petrolero de la Comisión
Europea. Pero en este mismo periodo el precio medio de este carburante
ha caído en 2,07 céntimos en el conjunto de Europa, lo que supone que
existe una brecha de 8,08 céntimos por litro entre ambos.
En otras palabras, las estaciones de servicio no
solo han compensado en su totalidad su parte correspondiente del alivio fiscal,
sino que se han comido otros tres céntimos de la rebaja que asume el
Ejecutivo, 20% de su parte. Y la situación es todavía más relevante en el
caso del gasóleo, ya que a lo largo de las últimas cinco
semanas los precios del diésel han subido 7,43 céntimos por litro en
España, hasta los 1,911 euros, mientras que se han reducido en 5,58
céntimos en Europa. Esto es, una brecha de 13,01 céntimos que se come tanto
toda la rebaja que deberían asumir las gasolineras como más de la mitad de la
aportada por las Administraciones.
Las subidas de precios llaman la atención en
un momento en el que el petróleo no está especialmente tensionado.
De hecho, después de los fuertes picos de la cotización en marzo, cuando
el Brent llegó a superar los 139 dólares por barril, el precio
del crudo se ha relajado hasta el entorno de los 100-110 dólares, si bien es
cierto que siguen siendo unos niveles históricamente elevados y
que hay un cierto decalaje entre el precio del crudo en los mercados
internacionales y el precio de los carburantes en el surtidor. Sin embargo,
este incremento era una posibilidad muy real desde el primer momento, habida
cuenta de que el Gobierno ha declarado en numerosas ocasiones que estaría vigilante
ante la decisión de las estaciones de servicio de aplicar estas subidas, y
también otras instituciones como la Comisión Nacional de los Mercados y
la Competencia (CNMC) o la Autoridad Independiente de
Responsabilidad Fiscal (Airef) han declarado estar pendientes del
mercado.
Sin prórroga
Así, la ministra de Asuntos Económicos y
Transformación Digital, Nadia Calviño, ha deslizado en varias
ocasiones que los operadores podrían estar beneficiándose de la medida.
"Tenemos que analizar cuáles son las medidas que están siendo eficaces, o
más eficaces [para combatir la inflación], y cuáles no. Si vemos, por ejemplo,
que alguna está haciendo que se mantengan los precios porque los operadores
están absorbiendo esas ayudas, no seguiremos con ella", señaló
recientemente, en alusión a la no renovación de la subvención al
carburante a partir de julio. Por ello, Calviño reclamó
"responsabilidad a todas las empresas, y en particular a las energéticas,
porque entre todos tenemos que ayudar a resolver esta situación"
inflacionaria.
De no renovarse la medida de subvención a los
carburantes, el gran problema es ¿qué pasará entonces con las
estaciones de servicio que han decidido incrementar sus precios?Existen muchas
posibilidades de que el incremento registrado en las últimas semanas
permanezca, en mayor o menor medida, en los precios en el surtidor. De
hecho, la experiencia con otras subidas y bajadas de impuestos a bienes
específicos muestra que las empresas repercuten las subidas de impuestos,
pero absorben parte de las bajadas, como sucedió con el caso del IVA
al cine. Este impuesto subió del 8% al 21% en 2012 y las salas lo
repercutieron en su totalidad, pero cuando se redujo al 10% en 2018 solo
aplicaron un tercio de la rebaja.