La subida del
crudo es un pesado lastre para la economía española, que pugna por volver a
salir a flote, y un factor que, según un reciente informe de BBVA Research,
"podría llegar a restar hasta un punto porcentual al crecimiento de
2021".
Parafraseando
a Nietzsche, siempre habrá piedras en el camino delante de nosotros. En un
contexto en el que el mal arranque de año ha cercenado parte de las
expectativas de recuperación para 2021 y la OCDE ha advertido de que España
será uno de los últimos países avanzados en dejar atrás la crisis, la fuerte
subida del petróleo en los últimos meses supone otro palo en la rueda de la
recuperación, especialmente para un país que importa prácticamente todo el
crudo que consume.
Ante la
escalada del precio del petróleo en el último año, el Gobierno se vio
obligado a revisar en abril sus estimaciones sobre el coste del crudo y su
impacto sobre la economía, elevando los 46,6 dólares por barril contemplados en
los Presupuestos hasta los 60,8 dólares, un alza superior al 30%, pero 10
dólares por debajo del precio marcado ayer. La subida del crudo es un pesado
lastre para una economía que pugna por volver a salir a flote y un factor que,
según un reciente informe de BBVA Research, "podría llegar a restar hasta
un punto porcentual al crecimiento de 2021; esto es, casi 12.000 millones de
euros.
El propio
Ejecutivo es consciente de la amenaza, aunque sus estimaciones acotan el
impacto. De hecho, en abril calculó que una desviación anual sobre el escenario
base de 10 dólares por barril restaría alrededor de un 0,3% del PIB este año;
un 0,7% en los dos siguientes, y un 0,8% en 2024. Es decir, entre 3.600
millones el primer ejercicio y más de 9.500 millones el último. Una simulación
que habría que revisar si el petróleo consolida su senda ascendente.
Su avance ya
se ha dejado sentir sobre los precios en España, disparando la inflación
hasta el 2,7% en mayo por el encarecimiento de los carburantes. Un alza que
impacta directamente en el bolsillo del consumidor: el precio de la gasolina es
hoy casi un 24% superior al de hace un año, por lo que llenar un depósito medio
de 55 litros cuesta alrededor de 14 euros más que doce meses atrás. Y otro
tanto sucede con el gasóleo, que se ha encarecido un 22,6%, elevando en 11,7
euros el precio de echar combustible. Pero éste no es el único efecto dañino:
el alza del crudo presiona los costes intermedios de las empresas (gas,
transporte, plásticos, fertilizantes...) en un momento en el que no es fácil
repercutirlos al cliente.