Ambos sectores suman 80.000 vacantes, según las
patronales CC OO y UGT creen que la ley acentúa la desigualdad laboral migrante.
4
de junio Fuente: CincoDias
El sector de la construcción y de la hostelería no consiguen atraer mano de obra nacional. Las
quejas empresariales a la falta de personal son cada vez mayores, por lo que
las patronales ven como un auténtico salvavidas la propuesta del ministro José
Luis Escrivá de modificar el reglamento de la Ley de Extranjería para
incorporar a miles de extranjeros en el mercado laboral. Aunque no conocen los
detalles de la oferta del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y
Migraciones, ambas actividades de la economía admiten que, a falta de gente
joven, lo más fácil en el corto plazo es abrir la puerta a la fuerza laboral
migrante.
El decreto en el que trabaja el Gobierno quiere ampliar la contratación en origen a otros
empleados más allá de los temporeros, permitiría que los estudiantes
extranjeros trabajen de manera paralela a que cursan sus estudios, y crea una
nueva figura para que los extranjeros en situación irregular puedan obtener sus
papeles a cambio de que se formen en los puestos laborales que se necesitan.
Aunque todavía está en fase de negociación, tiene la finalidad de dar solución
a los cuellos de botella que actualmente asfixian el mercado laboral español.
La Confederación Nacional de la Construcción (CNC) asegura que actualmente hay 30.000 vacantes sin
cubrir y para el 65% de las empresas es casi imposible encontrar jefes de obra.
En el mediano plazo, el sector necesitará de 700.000 personas de manera directa
o indirecta si no se hace nada por formar más personal. Pedro Fernández Alén,
presidente de la confederación, lamenta que, a pesar de las distintas campañas
de captación de talento, “no consiguen atraer gente”. Por eso ve con buenos
ojos la regularización de aquellos migrantes que estén dispuestos a aprender el
oficio. En su experiencia, una vez que el personal se incorpore, está casi
garantizada su permanencia en el sector, pues a diferencia de otras ramas de la
economía, el salario es competitivo. El sueldo más bajo que percibe un
trabajador está unos 4.000 euros anuales por encima del Salario Mínimo
Interprofesional, según cálculos de la patronal.